La estafa de Ahorro Electro: las malas opiniones experimentadas en primera persona
No suelo escribir reseñas negativas. De hecho, compro online prácticamente a diario y jamás me he visto en la situación de tener que redactar algo así. Pero esta vez, la verdad, me he sentido tan indefenso y tan maltratado por Ahorro Electro que creo que contarlo es casi un acto de servicio público. Porque una cosa es tener un problema con un producto —algo que puede pasar— y otra muy distinta es sentir que te están tomando el pelo desde el primer minuto.
El 7 de noviembre compré un disco duro Toshiba Canvio Basics de 4 TB, un producto sencillo, de esos que conectas y te olvidas y que he adquirido al menos 10 unidades en el pasado. Lo utilicé una sola vez. Todo normal. Pero al segundo uso… desastre. El equipo dejó de montar la unidad y se quedaba eternamente en “pendiente de montar”. Quien haya visto ese mensaje sabe que no augura nada bueno.
Ese mismo día escribí al vendedor, Ahorro Electro, explicando la situación. No pedía nada extraño: solo una gestión de garantía, porque el producto había fallado tras el primer uso. Ni más ni menos. Y aquí empezó la travesía.
Un soporte que pide más y más… pero sin avanzar
Su primer mensaje fue aparentemente correcto, pero escondía un problema: me pedían una cantidad absurda de pruebas y documentación, casi como si quisiera demostrar que era inocente de un crimen. Fotos, número de serie, vídeos de menos de 10 MB (pero la plataforma no deja enviar vídeos), pruebas en distintos sistemas, puertos, cables, ordenadores, capturas, GIFs… En serio, parecía una gincana.
Yo colaboré en todo. Envié fotos, expliqué las pruebas realizadas, facilité el número de serie, detallé el sistema operativo, incluso subí el vídeo a un enlace externo porque no había forma humana de adjuntarlo de otro modo. Todo dentro de lo que se puede hacer como usuario normal, sin equipamiento de laboratorio.
Pese a eso, cada respuesta de Ahorro Electro repetía lo mismo:
“Sin el vídeo adjunto aquí no podemos confirmar nada.”
“No podemos asegurar garantía hasta recibir toda la documentación.”
“Necesitamos todo de nuevo.”
Mientras tanto, pasaban los días. Y luego la semana. Y luego otra. Y para mi sorpresa, siempre se sacaba el tema de que “si prefiero desistimiento, puedo hacerlo, aunque sin embalaje habrá depreciación”. Yo repitiendo una y otra vez que no quería desistimiento. Quería una garantía, exactamente como marca la ley.

Envío del disco al SAT: aquí empieza lo surrealista
Finalmente, y por no alargar más aquello, envié el disco duro a su servicio técnico. Gastando yo el envío. Empaquetado correctamente. Con el RMA dentro. Todo como lo exigieron.
El 24 de noviembre lo recibieron. Y a partir de ahí… silencio. Días y días sin comunicación. Yo escribía preguntando cuál era el estado y la respuesta era siempre la misma:
“Está en cola.”
“Queda resuelta la parte administrativa esta semana.”
Una sensación tremenda de que aquello estaba siendo alargado a propósito.
Y, de pronto, la estocada final
Tras 15 días completos de tener el producto en sus manos, finalmente recibo su “informe”: según ellos, el disco duro estaba sucio, usado intensivamente, invendible, sin embalaje original, con accesorios desprecintados y manipulado. Una lista que, honestamente, describe cualquier cosa menos el producto que yo envié.
Te aseguro que el disco estaba en perfecto estado. Lo usé una vez y lo cuidé como cuido todos mis dispositivos. Y lo demostraban las fotos enviadas en el primer mensaje del proceso.
Lo más grave es que utilizan ese supuesto mal estado —que nunca documentaron con fotos— para rechazar tanto la garantía como cualquier reembolso, adjudicando una depreciación del 100 %. Es decir: me quedo sin disco, sin dinero y con cero derechos reconocidos, según ellos.
¿La solución que me ofrecen? Que pague yo otra recogida para recuperar un producto que ellos mismos declaran “inservible”. Una burla, así de claro.
La conclusión inevitable
Ahora comprendo las valoraciones negativas que circulan por internet sobre Ahorro Electro. No es mala suerte de un cliente aislado: su forma de actuar parece diseñada para desgastar, demorar, exigir requisitos imposibles y, al final, encontrar la excusa adecuada para no cumplir la garantía. Todo ello mientras recitan artículos legales fuera de contexto como si con eso quedaran protegidos.
Algo tan simple como sustituir un disco duro defectuoso tras siete días de uso se ha convertido en una pesadilla digna de un manual de “lo que jamás debe hacer un servicio de atención al cliente”.
Por eso escribo esto. Para que quien lea estas líneas no tenga que pasar por lo mismo. Porque cuando un comercio online demuestra con tanta claridad que no está del lado del cliente, lo más sensato es no volver a comprar y avisar a los demás.
Y si en Ahorro Electro leen esto, quizá les venga bien saberlo: un cliente descontento con razón no es un problema, es una oportunidad. Y lo que han hecho conmigo es justo lo contrario. Un auténtico despropósito.
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