
Como en el juego del gato y el ratón, así me siento yo respecto al asunto de la entrada de Apple en el mundo de la industria del automóvil. Tan pronto parece que sí va a suceder, como sucede todo lo contrario, nada más hace falta que echar un vistazo acerca de la compra del dominio .car, y desde Cupertino guardan silencio, como era de esperar, por otra parte.
El pasado Viernes, Elon Musk, el fundador de Tesla y actual CEO de la compañía, se descolgaba con una serie de declaraciones en las que no dejaba precisamente bien parada a Apple, a la que calificaba como poco menos que el cementerio al que iban a parar sus ingenieros menos cualificados.
¿Os acordáis del Proyecto Titán? Era aquel proyecto supersecreto (en teoría) de Apple destinado a establecer las bases necesarias para desarrollar un vehículo autónomo y eléctrico de fabricación propia. Un proyecto que en su momento nos llamó poderosamente la atención, pero que el tiempo y la apabullante llegada del Apple Watch se han encargado de apartar de la primera línea durante todo este tiempo.
Cuando estás en lo más alto lo normal es que te salgan enemigos por todas partes. Todos conocemos ya esa relación amor-odio entre Apple y Samsung, con continuos pleitos en los juzgados pero, al mismo tiempo, confiando en los coreanos para el suministro de algunos componentes esenciales. Por no hablar de aquella famosa “guerra termonuclear” de Steve Jobs con Google, desde la que el alejamiento entre ambas compañías ha sido cada vez mayor.
La semana pasada os comentábamos el interés que Apple tenía en Tesla Motors, la empresa fabricante de coches eléctricos más popular del mundo, probablemente. Tan interesados estaban, que incluso habían llegado a considerar su compra.